Han pasado ya unos años desde que estuve en este maravilloso país y todavía si cierro los ojos puedo volver a sentir su brisa, sus colores y sus sabores…. sencillamente me encantó, no podía imaginarme todo lo que iba a descubrir en ese breve viaje. Aterrizamos en la ciudad de Panamá, era octubre y el clima era agradable, nos vinieron a recoger y nos trasladaron al hotel “Ciudad de Panamá” (el hotel está bien situado, mi consejo es que os alojéis en la misma ciudad de Panamá y desde ahí visitéis los alrededores.)
La capital de Panamá es una ciudad de más de tres millones de habitantes, con aire cosmopolita gracias a la mezcla de un centro de negocios con un skyline a lo Manhattan, en el que multinacionales, corporaciones y bancos de fama mundial aprovechan las ventajas de este paraíso fiscal, y una parte vieja en proceso de restauración. En Panamá la vieja están las ruinas de la primera ciudad fundada en 1519 por Pedro Arias Dávila, si te adentras por sus ruinas se respiran antiguas historias como la de las escalas que realizaban los antiguos galeones que llegaban de Perú con numerosos tesoros para después dirigirse a España.
Por lo general, los lugares más turísticos ofrecen mucha seguridad, existe un cuerpo de policía dedicado sólo a este cometido, si bien, hay lugares poco masificados que no ofrecen tantas garantías. Además, resulta muy curioso observar la gran diversidad de culturas y razas en las que se destacan indígenas, asiáticos, africanos y europeos y la mezcla de todas ellas, crisol que en definitiva supone el encanto y la identidad única de este hermoso país.
Si por algo es famoso Panamá a nivel mundial es por su canal, Panamá fue elegido para construir esta obra de ingeniería por su privilegiada situación, ya que a un lado tiene el mar Caribe y al otro el Océano Pacífico, por lo tanto es un camino para pasar de un mar a otro. Cuando estas delante de las esclusas de Miraflores es impresionante ver las grandes navieras como avanzan mientras las inmensas compuertas de acero abren y cierran las esclusas.
Una de las experiencias mas enriquecedoras de mi viaje fue visitar una reserva india “Los Emberá”, para ello viajamos en autobús desde la capital y luego el acceso a la reserva es en bote , mientras navegas por el río te adentras por la selva panameña, es un lugar único y al llegar te esta esperando la comunidad india con sus trajes de alegres colores, es increíble como tan cerca de ellos esta la civilización pero ellos todavía viven en una zona virgen y mantienen vivas sus tradiciones, además os sorprenderá con su bonita artesanía.
Si queréis disfrutar del sol os recomiendo “Bocas del Toro” o la costa caribeña de “Colón” con aguas cristalinas, son buenas zonas para practicar deportes acuáticos y submarinismo ya que tiene arrecifes coralinos, ambas zonas costeras tienen playas vírgenes y todavía no están masificadas, tienen clima tropical y sus aguas albergan numerosas especies marinas.
Un sitio diferente para alojarse muy cercano a la ciudad de Panamá es el resort “Gamboa”, ya que es un experiencia única alojarse en la selva tropical, me impresionaron las maravillosas vistas que se ven al Parque Nacional Soberanía, a orillas del río Chagres y del Canal del Pánama, desde allí nos llevaron en un bote por las aguas del Canal para visitar la Isla Monos donde viven los monos cariblancos y les pudimos dar de comer.
Una página que os recomiendo para que ampliéis información de Panamá , es la página oficial www.visitpanama.com, con consejos e información.
Cuando llegue a España de mi viaje, me prometí a mi misma que algún día regresaría y es que es un viaje de los que te dejan huella, así que volveré al paraíso…. Volveré a Panamá
Idoia. Las viajeras.